miércoles, febrero 25, 2004

The InterNext

Todos estamos ya acostumbrados a oir hablar de IPv6 como la solución a todos los problemas de Internet, comenzando por la escasez de direcciones y terminando con la seguridad y la calidad de servicio (QoS). El usuario lego, que ya ha asimilado el nuevo acrónimo, no sabe (ni tiene por qué saberlo) que el proceso de migración, ya en marcha, se enfrenta a un problema de una complejidad considerable: en esta ocasión no se podrá proceder, como ya se hizo en el momento de introducir IPv4, a "apagar" Internet, cargar el nuevo "software", y volver a "encender" (ahora estamos hablando de un organismo con vida propia, más que de una máquina con cierto grado de sofisticación). En este artículo, un columnista habitual de la MIT Technology Review hace una breve reflexión acerca de la verdadera necesidad del despliegue, tocando algunos aspectos importantes, como son el interés de los mercados emergentes (China, Korea, Japón) ante la necesidad de un espacio de direccionamiento que, en el caso de IPv4, está prácticamente abarrotado de máquinas made in USA, las posibilidades que se abrirían para la explosión definitiva del P2P (que a mi modo de entender es uno de los paradigmas que hay bajo el propio concepto de Internet, tal y como lo conocemos hoy) y sobre todo, el papel del NAT como elemento indispensable de cualquier red corporativa, que no sólo se ha extendido hasta hacerse omnipresente por cuanto que solventa hasta cierto punto los problemas de direccionamiento (principal motivación de la introducción del IPv6) sino que ha generado por si solo una serie de condicionamientos que afectan directamente al desarrollo de las últimas tecnologías de colaboración y convergencia de servicios sobre IP... Aunque hay mucho que matizar sobre estas palabras, sirva esta referencia como recordatorio de un tema latente, que debemos tener presente ahora que parece comenzar otro ciclo económico positivo y hay que revisar las prioridades en los planes de inversión.

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