domingo, junio 07, 2015

Entre innovar y no innovar... Emprender.

Tras la celebración en Madrid de la V edición del congreso organizado por IGF Spain; y después de dejar aquí la provocación para el debate, lo que toca ahora es recoger, ordenar y elaborar un poco mis notas para intentar seguir sustentando un debate necesariamente abierto. Eso es lo que voy a intentar en los siguientes párrafos.

Entre lo Público y lo Privado. Cuando hablamos de Gobernanza estamos hablando de la relación entre lo Público y lo Privado. Ahí nace nuestro sistema de I+D+i. Una fórmula con dos términos claramente diferenciados, la I+D -sustentada en sucesivas revoluciones industriales y metodologías de gestión arraigadas- y una i minúscula cuya relación ecosistémica con el primer binomio está en duda.

¿Qué es la innovación? En términos económicos, la innovación es la función social del emprendedor. Innovación significa Incertidumbre. Cualquier agente económico necesita enfrentarse a ella; y necesitará visión y confianza, así como los medios para determinar la viabilidad de su proyecto para poner en valor aquella visión. Necesitará, sobre todo, un Estado emprendedor que facilite esos medios. Para determinar esa viabilidad, la empresa deberá considerar, al menos, elementos organizativos, individuales y tecnológicos; y tendrá, además, que ser capaz de integrarlos a partir de sus propios procesos de negocio.

¿Cómo se hace política de innovación? Sin ánimo de encontrar una respuesta concluyente, un debate fructífero deberá comenzar aceptando el hecho de que, la innovación, de la misma manera que no puede constituirse como un simple departamento dentro de la organización empresarial, tampoco puede considerarse patrimonio exclusivo de las startups (iniciativas empresariales de base tecnológica). Nuestra tesis pasa por convertir a la Sociedad en el principal agente innovador; y eso parte del convencimiento de que "cualquier innovación tecnológica debe ser innovación social plena" y no simple "maquinaria".

¿Qué es un emprendedor? De las afirmaciones anteriores se desprende que el emprendedor es un agente económico que realiza una función social: innovar. Emprender -en palabras de la persona responsable del Centro de Emprendedores del reputado MIT- "no es un algoritmo", es decir que no puede apoyarse en una serie de conocimientos estandarizados susceptibles de ser introducidos en una máquina. Ser emprendedor exige cierta "calidad humana", que deriva de un determinado contexto sociocultural. El emprendedor, si no es purasangre no es emprendedor.

¿Cómo se hace política para el emprendimiento? El ideal, desde el punto de vista de la Gobernanza -entendida como punto de encuentro entre lo público y lo privado- parte de un Estado "emprendedor"; si bien el debate aporta más ejemplos de lo que no es hacer política para el emprendimiento que de lo que efectivamente debería serlo.

Para empezar, el auto-empleo no es emprendimiento; y no podemos, por tanto, asumir como base de apoyo a la actividad emprendedora los conjuntos de medidas políticas adoptadas al calor de una coyuntura sociopolítica adversa en la que se cotizan al alza las políticas destinadas a maquillar las cifras de desempleo. Los empresarios individuales o emprendedores lo siguen siendo "a pesar de" el constantemente creciente conjunto de medidas de apoyo, fundamentalmente destinadas a la promoción del auto-empleo.

Medir para actuar; y actuar para cambiar. Por un lado, es necesario que los esfuerzos de las autoridades económicas dejen de centrarse en los elementos cuantificables del ecosistema innovador-emprendedor para comenzar a incidir en los elementos que resulten realmente "indicativos" de la actividad emprendedora y su impacto socioeconómico. Por otro lado, casos de estudio recientes como el de Uber (chivo expiatorio de la Economía Cooperativa), ponen de manifiesto un sesgo disfrazado de problema semántico a la hora de diferenciar el "interés general" de agentes económicos particulares del proverbial "bien común" que encierra su definición; y que ha dado lugar a la proliferación de las medidas proteccionistas.

En síntesis, en el escenario al que se enfrenta el emprendedor, ante la dicotomía de "innovar para emprender" o "emprender para innovar", la innovación se convierte en una actividad ecosistémica, a la que le obliga la propia naturaleza competitiva de su hábitat. Por tanto, el emprendedor seguirá siendo innovador a pesar de la atención privilegiada que ha suscitado el auto-empleo como actividad pseudo-emprendedora. 

2 comentarios:

  1. Siempre es bueno ir a estos congresos que se hacen porque ayudan a las pequeñas empresas a mejorar su capacidad de trabajo y a explorar otras vías para emprender de forma correcta, excelente post Antonio

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