martes, octubre 02, 2018

La "variedad" requerida y la "diversidad" deseable.

Vivimos en medio de la Macaronesia; en un paraíso natural situado en la frontera de la placa africana, con un clima benigno y una riqueza natural difícilmente superable. Económicamente hablando, constituimos el mejor trampolín de la Europa Occidental para "conquistar" África.


Disponemos de algunas de las instalaciones tecno-científicas más avanzadas y relevantes de Europa. El ITER (Instituto Tecnológico y de Energías Renovables) acoge la gestión del punto neutro de acceso a Internet (NAP) para África Occidental y Canarias, además de ser la sede del Teide HPC, solo superado en términos de capacidad de "cómputo" en nuestro país por el Mare Nostrum del Centro Nacional de Supercomputación en Barcelona. El Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) es una referencia científica a nivel mundial en su ámbito; y es responsable de la gestión de algunos de los instrumentos científicos de observación más demandados en el planeta.
En ese contexto, nuestros responsables políticos provinciales han dedicado una pequeña parte del presupuesto comprometido para la iniciativa Tenerife 2030 -un millón de euros en 2018- a la creación (2015) y el desarrollo del CEDeI [1]. Se trata de un "programa formativo remunerado ... dirigido a estudiantes de último curso, recién titulados y profesionales que quieran enfocar su carrera en la transformación digital y científica", según podemos leer en su renovado sitio web; y del que yo mismo he sido "beneficiario".


Hasta no hace mucho tiempo, ese desafortunado acrónimo (CEDeI, Centro de Excelencia para el Desarrollo y la Innovación) se asociaba a una conocida multinacional del sector de las infotecnologías y de origen francés que había inaugurado el programa. De hecho, he de decir que, estoy revisando este texto poco después de que se hayan cumplido dos años de mi entrada en el programa; del que salía, transcurridos los preceptivos seis meses, con un contrato laboral indefinido suscrito por esa multinacional de origen francés. Una empresa que llegaba a los titulares, junto a otro puñado de conocidas corporaciones, castigada por su mala praxis hace pocos meses. El CEDeI nacía, sobre el papel, "abierto" [1] a las empresas colaboradoras; aunque aparte de aquella conocida multinacional francesa, uno de sus socios instrumentales y una pretendida spin-off, solo encontrábamos en las instalaciones del ITER, hasta hace bien poco, apenas un par de empresas medianas del sector que habían sido proveedoras de alguna entidad gubernamental regional. La búsqueda dedicada en Internet resultaría infructuosa para cualquier empresario que se interesara por las condiciones para colaborar con el programa: apenas unos titulares de prensa documentando el lanzamiento de la iniciativa, cuantificando la cantidad presupuestada y los compromisos de contratación (el 30% de las personas formadas) de las empresas colaboradoras... sin detalles, ni documentación oficial accesible; amén de las cifras, plazos y número de empleos comprometidos por cada entidad que sí figuraban en el antiguo sitio web. La práctica totalidad de los egresados en la formación profesional o superior universitaria del sector relacionado con la ingeniería del software han recibido algún "impacto" para su posterior captación por parte de esa empresa francesa con una filial ya establecida en Canarias hace años. La promesa: iniciar una carrera profesional en una multinacional con presencia global y proyectos multidisciplinares en el ámbito de la consultoría tecnológica para la transformación digital.


La realidad: entrar a formar parte de la oferta indiferenciada de perfiles profesionales 'low-cost' gestionados "al peso" para satisfacer la demanda interna de asignación a proyectos con clientes de tipo corporación y con tecnologías "maduras". Todos conocemos la situación de la profesión (los profesionales de esas infotecnologías en general y de la informática en particular) en nuestra comunidad. Hablamos de Canarias, una región azotada por altas tasas de desempleo (20,1% según la EPA del 2do. trimestre de 2018) y la lacra de un monocultivo turístico (34,4% del PIB solo por detrás de Baleares y muy por encima de la media española del 11,1% según datos de Impactur 2016) que nos está dejando sin margen de maniobra. Sobrevivir en una situación de precariedad laboral rayana en la pobreza relativa, sin posibilidad alguna de desarrollar la carrera profesional prometida, hasta encontrar un empleo "de verdad". Ese parece ser el objetivo institucionalizado y socialmente "aceptado" por los actuales beneficiarios del programa (al menos a los ojos de quien suscribe estas líneas). Una factoría, una "cárnica" al uso, de las que podemos encontrar una variedad innumerable de historias en las redes sociales... Denuncias desesperadas, documentadas desde la impotencia de una legión de profesionales de todo tipo y condición, que se encuentran azuzados por la urgencia de un día a día que exige seguir "pedaleando" --como en aquel capítulo distópico de la primera temporada de Black Mirror- y no caer en alguno de los abismos de nuestra sociedad consumista.


El primer efecto perverso ha sido la "precarización" de un sector previamente bastante castigado ya por las oleadas de la reciente crisis económica. Puesto que el agente que está captando a la mayor parte de nuevos profesionales del sector en la provincia ha bajado el listón de manera unilateral, sin pensar en el efecto sistémico que eso iba a producir, cualquier empresa competitiva que pretenda captar y retener el talento, puede conseguirlo comprometiendo menos margen de sus operaciones. La pregunta naíf que surge es ¿Estaríamos mejor sin esa factoría y su efecto tractor perverso? ¿Sería mejor continuar enfrentando a nuestros jóvenes supuestamente mejor preparados a un futuro (aun más) incierto? Lamentablemente, yo solo tengo preguntas. Cuando hablamos de sistemas y de complejidad, el discurso nos remite necesariamente a la Ley de la Variedad Requerida, debida a William Ross Ashby. Esta ley establece que la "variedad" (medida en número de estados) del "controlador" --en términos cibernéticos- de un sistema ha de ser mayor o igual que la del sistema que debe gestionar. Eso nos haría pensar --como ejemplo deliberadamente cinematográfico- que no es buena idea poner a un chimpancé a dirigir un país (poblado por humanos). Por otro lado, si pensamos en cualquier ecosistema --por ejemplo, nuestro propio entorno natural- podemos entender cómo la destrucción de su diversidad (medida en número de especies y distancia entre ellas, por ejemplo) ha dado al traste (o lo está haciendo) con su supervivencia. Lo ha hecho mermando su capacidad de auto(re)generación (autopoiesis) al ignorar la relación simbiótica entre aquellas especies. Las evidencias a las que me refería más arriba al hilo del caso del CEDeI -información pública inaccesible, precariedad, un modelo industrializado que se ha demostrado poco flexible- hacen pensar que no existe una gestión consciente de la naturaleza socioeconómica, compleja, del sistema con el que tratamos. Esto no significa que las personas responsables no hagan bien su trabajo; muy al contrario, lo hacen de manera muy eficaz. Lo que sí da a entender es que se ha renunciado al espíritu que refleja la letra del programa a partir de su definición como instrumento para el progreso socioeconómico de la región. Hace pensar que otros instrumentos (como la Zona Especial Canaria o el Canary Islands Hub) podrían ser carne de "postureo"... y nos deja anclados en un pasado de monocultivo turístico destructivo, fruto de un paternalismo institucional alejado de cualquier discurso moderno de Política Económica que quiera estar a la altura de las circunstancias.


Existen muchas especies en el ecosistema empresarial de nuestra región, de nuestra provincia y de nuestro sector, con características propias que podemos explotar para apalancar una oportunidad que se nos escapa entre los dedos mientras, al calor de la siguiente cita electoral (mayo de 2019), se colocan primeras piedras, se asfaltan vías de comunicación otrora abandonadas a su suerte y se contabilizan eventos, número de asistentes y talleres realizados con gran afluencia de público y cobertura mediática destacables. Era Lord Kelvin quien afirmaba que "lo que no se mide se degrada, siempre"... pero más importante es saber cómo mentir con las estadísticas. En el caso del CEDeI, podemos comparar el inicial y molesto ejercicio de transparencia (se puede consultar a través de la máquina del tiempo del archivo de Internet) con los grandes números elegidos y desprovistos de contexto para la imagen de la nueva web. En ese escenario, no hace mucho que se ha incorporado al CEDeI una micro-empresa local, competitiva y liderada por un profesional de referencia en el sector. Se trata de una muestra de lo que, en términos de un modelo de sistemas viables, tendría que haber sido la norma para "estimular" el crecimiento de un ecosistema realmente enfocado en la Excelencia y la Innovación dentro de una actividad como la Ingeniería del Software. Digo "estimular", que no controlar, ni planificar, ni mucho menos "gestionar"... porque es a todo lo que deberíamos aspirar cuando tratamos con un organismo vivo (viviente). No quiero ser optimista; pero sí tener esperanza. Tengo la esperanza de que seamos capaces de arrimar el hombro para conseguir que nuestro sistema socioeconómico sea viable, es decir que respete la "variedad" requerida y que mantenga un deseable grado de diversidad. Esa esperanza solo puede convertirse en realidad si empezamos por nosotros mismos ¿Quién si no lo va a hacer? aquí y ahora ¿Cuándo si no lo vamos a hacer?

[1] En la memoria presupuestaria del ITER podemos leer, textual y repetidamente en los documentos correspondientes a 2015, 2016 y 2017 "El proyecto de centro de excelencia de desarrollo e innovación, tiene como principal objetivo poner en marcha servicios de desarrollo de aplicaciones de software, en un modelo de factoría de software, a partir de un programa de formación y empleo, en el que se crearán, al menos, 100 puestos de trabajo directo". Si ese es el objetivo, parece que hacerlo de la mano de actores ya establecidos en el mercado y con experiencia en el desarrollo de ese modelo de "factoría" da la impresión de ser la decisión más acertada ¿o la menos arriesgada? En la edición inicial de 2015 se establece el marco temporal del proyecto: "El proyecto se plantea en un marco temporal plurianual, en el que las actividades tendrán comienzo en marzo de 2015, finalizando en diciembre de 2017". Con otra partida presupuestaria en 2018 en forma de subvención del Cabildo insular por un total de €1.050.000 parece que el CEDeI es un programa que no se extinguirá antes de las elecciones de mayo de 2019 ¿No? El proyecto "contempla la incorporación de los beneficiarios a un programa de formación y empleo, en aquellas áreas de mayor demanda en el sector TIC, que conlleva una contraprestación económica bajo el amparo del RD1493/2011", es decir con la correspondiente alta en el Régimen General de la Seguridad Social como trabajadores por cuenta ajena; que habría que matizar con el RD 1707/2011; y quizás también con el RD 1543/2011. En los documentos de 2016 y 2017 también podemos leer que "Además, se ha trabajado de manera activa en la incorporación de nuevas empresas al proyecto". Es posible que haya sido activa; pero poco eficiente y aun menos eficaz. Ni siquiera se ha contemplado en el rediseño del sitio web añadir contenido a la sección de "Empresas", resultando absolutamente imposible encontrar información libremente accesible en la Red.

5 comentarios:

  1. Anónimo11:54 a. m.

    Manipulación estadística. Suena muy bien decir que hay X personas menos en el paro y que un alto porcentaje de los empleos generados son gracias al Cabildo a través del Cedei. Hasta que te haces la siguiente pregunta: ¿Cuanto dinero puede aportar a las arcas del estado una persona que cobra el SMI?

    Como ex-beneficiario del programa y ex-empleado de dicha multinacional francesa, no creo que me equivoque al decir que este programa solo es beneficioso para todas esas personas a las que nunca se les da la oportunidad de iniciarse en el mundo laboral por no tener experiencia. Una vez cumplido ese objetivo, detallar el listado de cosas lamentables y tercermundistas que suceden allí, bien podría dar para escribir una trilogía, así que me limitaré a comentar que la existencia de este centro está devaluando y precarizando un sector que es clave y necesario en estos tiempos, hasta el punto en el que hay Ingenieros Informáticos, y no son pocos, que han decidido abandonar el sector para trabajar, con todo el respeto del mundo, como reponedores de un supermercado.

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  2. Anónimo12:42 p. m.

    Ese centro fue creado con solo un propósito, que ATOS gane dinero, no hay innovacción ni futuro, ATOS cumple con el Cabildo en contratar a 100 personas, pero lo hace con el SMI, es decir para que la gente o no acepte o acepte ser un esclavo, de la primera promoción no queda casi nadie o nadie y es la única empresa que pierde trabajadores cada semana, un despropósito de proyecto. La conclusión es clara el Cabildo le da a ATOS un millón de euros para contratar trabajadores para sus proyectos basura, el cabildo enmascara el fraude con programas de becas remuneradas, todo falso nadie aprende nada y es una estafa al Canario y al informático, espero la gente se de cuenta y lo cierren lo antes posible, y esa empresa desaparezca de Canarias.
    "Esto no significa que las personas responsables no hagan bien su trabajo; muy al contrario, "

    totalmente en desacuerdo, no se puede hacer de peor manera, y mucha de la culpa de la marcha de los trabajadores es por el equipo responsable.

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  3. Hablo en todo momento de una acción de política económica, no de las operaciones de una empresa multinacional...

    Lamentablemente, si no se tratara de esa compañía de la que hablamos, sería otra de corte similar la que se beneficiaría del favor de un gobierno regional empeñado en hipotecar el futuro de un sector estratégico para cualquier economía moderna.

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  4. Cuando afirmo que hacen bien su trabajo, no me refiero a los guardeses que habitan el panóptico que vigila el ganado dentro del cercado. Hablo de los burócratas a cargo de la reducción artificiosa de la variedad requerida en ese sistema naturalmente complejo, por cuya deficiente gestión les pagamos todos los europeos.

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